sábado, 2 de febrero de 2008
Ley 2 de NeoMorfi
Las leyes de NeoMorfi están tan bien escondidas en la naturaleza que cuando uno quiere postearlas, se las olvida.
jueves, 31 de enero de 2008
Ley 1 de NeoMorfi
Uno recapacita de lo que escribió en un email en el exacto momento en el que presiona el boton Enviar y es demasiado tarde para corregir.
viernes, 11 de enero de 2008
Año nuevo
Azul, verde y amarillo rasgan la noche. Para donde vea hay gente contenta, hasta eufórica diría yo. Solo estar rodeado de gente hace que mi autodiagnosticada genofobia me incomode, pero hay algo más.
Me siento como el gris en la escala cromática. Como Ambrose Bierce en una celebración religiosa. De alguna forma, no siento nada más que tedio.
Me jode el ruido. Me jode la gente. Me jode las quemaduras que esta infernal estrella nuestra me dejó en los brazos. Me joden los trayectos ineficientes que mi familia, en su santa inocencia, elige para cruzar la calle.
SI voy sonriendo me preguntarán el porque de mi mueca, así que voy serio. Si hablo brotará cinismo de mis labios por lo que caminaré en silencio.
Me detengo a ver un trencito humano entrar a un restaurante, dar 2 vueltas y salir bajo la atónita mirada del dueño y entre las risas de los clientes.
Creo que garabateé una sonrisa, pero se fue a los pocos segundos al notar de nuevo la diferencia entre mi estado y el del resto.
Ya en el depto, práctico como siempre, me pongo a analizar esa negrura mía. A pensar teorías, descartar algunas, anotar otras. Después de intentar develar la causa de esta maldición, me adormecido cerebro, en un último esfuerzo para contentarme y que lo deje descansar sugiere:
"Andá a ponerla y listo".
Me siento como el gris en la escala cromática. Como Ambrose Bierce en una celebración religiosa. De alguna forma, no siento nada más que tedio.
Me jode el ruido. Me jode la gente. Me jode las quemaduras que esta infernal estrella nuestra me dejó en los brazos. Me joden los trayectos ineficientes que mi familia, en su santa inocencia, elige para cruzar la calle.
SI voy sonriendo me preguntarán el porque de mi mueca, así que voy serio. Si hablo brotará cinismo de mis labios por lo que caminaré en silencio.
Me detengo a ver un trencito humano entrar a un restaurante, dar 2 vueltas y salir bajo la atónita mirada del dueño y entre las risas de los clientes.
Creo que garabateé una sonrisa, pero se fue a los pocos segundos al notar de nuevo la diferencia entre mi estado y el del resto.
Ya en el depto, práctico como siempre, me pongo a analizar esa negrura mía. A pensar teorías, descartar algunas, anotar otras. Después de intentar develar la causa de esta maldición, me adormecido cerebro, en un último esfuerzo para contentarme y que lo deje descansar sugiere:
"Andá a ponerla y listo".
miércoles, 12 de diciembre de 2007
Jura
Es cuando los profesionales de derecho demuestran tener la suficiente solidez facial (tan necesaria en sus carreras) como para cagarse en Dios, la virgen y la patria.
viernes, 30 de noviembre de 2007
Murphy y los supermercados
Siempre que mi cerebro queda ocioso analizo el entorno buscando irregularidades, gnomos o patrones.
Hoy, como tantos otros días, tuve que hacer cola en la caja del supermercado. Retomando información recopilada en los últimos tres años de hacer cola en ese mismo lugar llegué a una conclusión.
Por más que analice antes de elegir la caja que me conviene, en cuanto me paro detrás de la última persona de la cola, se pueden ver evidentes signos que el lugar tiene preparado un equipo entrenado específicamente para un propósito.
Por más que elija la caja con menor puntuación, siendo calificadas las personas según sus características y acciones (anciana 10pts, oficinista malhumorado 8pts, barbie 5pts, etc.) nunca escapo al que antes denominaba factor suerte.
Como la probabilidad mis estudios se vuelven más precisos cuando más tiempo paso analizando muestras, y me es claro ahora que esos pequeños hechos como el rechazo de una tarjeta, problemas con la caja, la fractura del brazo de la cajera al intentar abrir los paquetitos de monedas son y siempre han sido eventos diseñados para hacerme perder el tiempo.
Ya saben porque no llevo monedas al supermercado.
Hoy, como tantos otros días, tuve que hacer cola en la caja del supermercado. Retomando información recopilada en los últimos tres años de hacer cola en ese mismo lugar llegué a una conclusión.
Por más que analice antes de elegir la caja que me conviene, en cuanto me paro detrás de la última persona de la cola, se pueden ver evidentes signos que el lugar tiene preparado un equipo entrenado específicamente para un propósito.
Por más que elija la caja con menor puntuación, siendo calificadas las personas según sus características y acciones (anciana 10pts, oficinista malhumorado 8pts, barbie 5pts, etc.) nunca escapo al que antes denominaba factor suerte.
Como la probabilidad mis estudios se vuelven más precisos cuando más tiempo paso analizando muestras, y me es claro ahora que esos pequeños hechos como el rechazo de una tarjeta, problemas con la caja, la fractura del brazo de la cajera al intentar abrir los paquetitos de monedas son y siempre han sido eventos diseñados para hacerme perder el tiempo.
Ya saben porque no llevo monedas al supermercado.
martes, 27 de noviembre de 2007
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